¿Por qué mi hijo es rebelde?

¿Por qué mi hijo es rebelde?

¿Por qué mi hijo es rebelde? Esa es una de las inquietudes que envían los padres al correo de Pedagogía Sana, en especial, cuando los hijos llegan a la adolescencia.

Causas de la rebeldía

Por supuesto, las causas son múltiples, pero debo decir que detrás de una actitud de rebeldía hay de base un problema afectivo, un gran vacío generado por el estilo de crianza que predominó en la consolidación de la personalidad del hijo.

Por eso, un primer paso para analizar las causas de la rebeldía de los hijos se centra en revisar el estilo de crianza (al respecto, ver el video Cómo influye el estilo de crianza en la personalidad de los hijos), pues la mayoría de ellos tienen un rasgo común, relacionado con saber inculcar los límites a los hijos. Existen estilos de crianza de tipo autoritario que se exceden este aspecto y ponen tantos límites que coartan la libertad. Y existe el otro extremo, el permisivo, que no educa en la norma, en el control ni en el límite. En los dos casos, el resultado es el mismo: tarde o temprano estalla en rebeldía.

Al evaluar a las familias de jóvenes rebeldes es común encontrar que no se desarrollaron ambientes que favorecieran una estructura afectiva sana de los hijos, donde se educara con equilibrio sobre los límites y el control. Por el contrario, el estilo de crianza encargado de formar la personalidad de estos jóvenes es disfuncional, pues predominan vínculos permisivos, abandónicos, sobre protectores o autoritarios. Ante esto, los hijos se quedan sin un "norte" que consolide una formación sana.

No es un secreto que la sociedad nos pone límites todo el tiempo: en el colegio, en el trabajo, en los espacios públicos y, en general, en donde compartimos o convivimos. Por eso, si desde la familia no nos preparamos para ponerlos, estos hijos tarde o temprano se van a estrellar y van a sufrir.

A los estilos de crianza se suman las frustraciones generadas en los corazones de los padres. Es una realidad que de no manejarse conllevan a criar bajo estos vacíos afectivos, cuya consecuencia es reproducir el círculo, es decir, generar dolor y frustración en los hijos, pues cada palabra es el recuerdo de una insatisfacción interna que sale en forma de amenaza, ira y rebeldía.

Cuando uno como padre se siente frustrado (al respecto leer El niño interior) entiende que su dinámica personal o familiar está mal y esto exige un cambio. Recuerden que si lo que hacemos es infundir miedo es porque no sabemos cómo manejar la situación y si se llega a la violencia es porque ya se perdió autoridad. En estos casos, no podemos decir que somos personas que estemos ayudando a crecer.

Al conversar con jóvenes con conductas rebeldes es fácil detectar que los padres no están ejerciendo vínculos constructivos y amorosos con ellos. Infortunadamente, los padres se dedican a dar cantaleta y no a involucrarse ni a tener contacto con los hijos.

Cuando existe un padre con una socioafectividad sana puede generar un vínculo de autoridad con el que establece un proceso sano de crianza, donde los límites y las normas son claras. En ambientes sanos los hijos no aprenden a acatar las normas por miedo a la autoridad, sino por convicción de que es lo mejor para él y para su entorno.

Situación diferente cuando el hijo crece en ambientes excesivamente laxos o autoritarios. Para ellos la norma y el límite no van a ser leídos en ningún contexto, ni en ninguna etapa de su vida. Por lo tanto, no va a querer asumir ninguna responsabilidad.

Qué bonito tener la seguridad de que nuestros hijos pueden crecer con una idea clara de libertad, donde la responsabilidad consigo mismo y con el otro son una prioridad.

En el siguiente vínculo (Rebeldía y libertad) se encuentra un escrito de un joven de 16 años, cercano al proceso de Pedagogía Sana, que nos muestra desde su perspectiva adolescente la importancia de vivir la libertad de manera responsable.

Martha Lucina Hernández,
creadora de Pedagogía Sana.

 

Da clic sobre el título para leer:

Rebeldía y libertad