El artículo Cómo mejorar tu autoestima, de paso, la de tu hijo surge para responder a una consulta constante: ¿cómo mejorar la autoestima de mi hijo?
Para responderla, primero debemos entender qué es la autoestima, pues muchas veces estamos confundidos e inconscientes en los aspectos del plano emocional, dado que no tuvimos una educación cuya base fuera conocer nuestro interior.
Qué es la autoestima
La autoestima se refiere al amor propio, al grado de aceptación que tienes de ti, a la capacidad de saber decir NO, a la capacidad de perdonarte; te permite identificar qué tanto te agradas y te amas. La autoestima te permite saber que tú eres un ser libre, grandiosos, sublime, merecedor de todo lo hermoso de la vida.
Autoestima es conocerte y vivir una vida desde tus deseos y tu autenticidad, sin miedo al juicio y a la evaluación del otro; es vivir en coherencia, con lo que piensas, sientes y haces. Es ponerle alto al miedo que nos limita para amarnos, pues este miedo nos llevar a vivir la vida que no deseamos.
Cuando vivimos con baja autoestima surge en nuestro interior un lenguaje amenazante y descalificador; por eso, nos comparamos, nos enjuiciamos, nos sentimos imperfectos y vacíos, y permitimos que los otros pasen por encima nuestro.
Algunos ejemplos de baja autoestima
A continuación, unos ejemplos que visualizan comportamientos y pensamientos basados en la baja autoestima y que te hacen sentir mal.
- Aun no me he casado.
- No soy la madre o el padre perfecto.
- Pienso primero en mi pareja y luego en mí.
- Salgo corriendo cuando estoy disfrutando una charla con mis amigos para atender o rendirle cuentas a mi pareja.
- Vivo complaciendo a mi pareja en todo y entre más complazco más se aprovecha de mí (aprendí a cocinar para mi pareja, pero siempre me critica porque algo no le gusta).
- Se me dificulta decir NO a las cosas que no deseo: desde una invitación, una salida, una visita, hasta algo simple como lo que no deseo comer. Al final, acepto para agradarle al otro.
- Mejor me quedo callado para no poner problema frente a actitudes de mi pareja, amigos, jefes; luego siento culpa por no defender mis ideales o mis derechos.
- Reprimo sentimientos. Callo y no expreso situaciones que me causan ira y dolor.
- Entrego todo de mi para salvar a otros y demostrar que soy bueno.
- Me da pena cobrar porque no me siento merecedor o cobro barato (y me afecto) por consideración con el otro.
- Me hablo con lenguaje negativo y de desprecio; por ejemplo, “estoy muy gorda”, “soy feo”, “soy bruto”, “no puedo”.
- Me pongo y muestro mil máscaras para lucir perfecto y agradarle al otro; por ejemplo, simulo perfección en el matrimonio, en el trabajo o en cualquier relación, cuando no es así.
- Asumo responsabilidades que no me corresponden y no soy compensado (no me lo agradecen).
- Me siento mal porque no tengo a mi hijo en diversos cursos y en el colegio de mayor prestigio.
- Si no tengo ropa de marca.
- Siento los otros son mejores que yo y me comparo permanentemente.
Observa que estos ejemplos permiten identificar que estamos mendigando amor y solicitando aprobación, aceptación y reconocimiento.
¿Por qué surge la baja autoestima?
Todas estas actitudes o situaciones manifiestan una falta de amor propio que se originan por marcas y memorias generadas en nuestra infancia y que afloran en diferentes etapas de nuestra vida para llenar los vacíos que tenemos desde niños.
Estos sentimientos de minusvalía afectiva los llenamos con diversos apegos como las relaciones disfuncionales o tóxicas, las cosas materiales y la extrema necesidad del reconocimiento profesional, que nuestro interior solicita como un auxilio para sentirnos seguros y llenar dicho vacío, pues esta seguridad nos cuesta ofrecérnosla desde nosotros mismos.
Entonces nos preguntamos ¿por qué nuestros hijos tienen baja autoestima?, ¿por qué ellos necesitan tantos apegos y desdibujan su vida desde tan temprana edad, sintiéndose miedosos, intimidados por no pertenecer a un contexto que cada día está más perdido e inconsciente?
Nuestros hijos son el reflejo de nosotros mismos y llevan nuestra herencia afectiva. Ellos son los primeros que se sienten abrumados y atados por nuestros miedos y por nuestra baja autoestima.
Nuestros hijos aprenden por modelación y observación, no por los discursos eternos, por la cantaleta o por los castigos. Si tu hijo ha observado que te hablas con menosprecio, no te sorprendas que él también lo haga y menos si has tenido un lenguaje descalificador con tu hijo. Por ejemplo: “eres lento”, “eres bruto”, “eres perezoso” o si le criticas todo.
Todas esas expresiones y ejemplos mencionados arriba, los hijos los extrapolan a sus vidas. Por eso, no podemos pedirles que deje una determinada amistad o relación que no lo valora si nos ha visto con una pareja que tampoco nos valora. No podemos desear que los hijos se amen si han visto que nosotros tampoco nos conectamos con nuestro propio amor.
¿Qué debemos hacer frente a la baja autoestima?
1. Ante todo, empezar a amarte. Todos tenemos un “niño interior” que nos acompaña aun en nuestra adultez. Él es el que tiene miedo porque se sintió juzgado, solo e incomprendido. Entre más lastimado esté ese “niño” más baja autoestima tendrás.
Es importante que lo traigas al presente y que le hables con amor. Dile que tú vas a estar con él y que lo vas a proteger siempre, que él no tiene culpa de nada; exprésale todo lo que hubieras deseado que de dijeran de niño; abrázalo con amor.
2. Si estás viviendo una vida que no deseas, es importante salir de la zona de confort. El miedo te limitará, pero si lo enfrentas y aprendes a reconocerte desde el amor podrás ver que, en muchas ocasiones, percibimos estas situaciones como contextos más difíciles de lo que son en realidad. Es importante entender que eres un ser modificable y merecedor de todo lo más bello y hermoso. En conclusión, vive en coherencia con tu pensar, sentir y actuar.
3. Empieza a decir NO a todo lo que no deseas. Es una de las palabras más poderosas que podemos usar y está relacionada con la autoestima porque con ella estás poniendo límite a todas aquellas personas o situaciones que quieren pasar por encima tuyo. No reprimas tus sentimientos, deja de sufrir en silencio porque de esta forma estás creando tu propio sufrimiento.
4. Visualízate desde tu poder, desde tus talentos porque amor propio significa empezar a sacar todas las ideas, miedos y creencias limitantes para identificarte con el verdadero ser de luz que eres.
5. Perdónate. Ofrécete el perdón, háblate con un lenguaje amoroso, acéptate tal y como eres y pronuncia: “me perdono por cada palabra, pensamiento y situación generada por mí con la que me haya lastimado; me perdono porque en ese momento no supe hacerlo mejor”.
6. Conciéntete. La persona más importante en tu vida eres tú. Ofrécete mimos, desde experiencias sencillas como disfrutar de un postre, experimentar cosas nuevas, pasear, escuchar la música que te agrada, comprar algo que siempre has deseado, realizar ese curso que tanto quieres o quedarte en casa sin la presión del sentido del deber, entre otros.
Enséñale a tus hijitos cada un de estas cinco estrategias. Recuerda que tu verdadera esencia es amor.
En este sentido, nuestros hijos aprenderán a amarse si observan padres que se aman. Así que para mejorar la autoestima de tu hijo debes empezar por ti.
Martha Lucina Hernández,
creadora de Pedagogía Sana
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