Conoce cuáles son las etapas del desarrollo del lenguaje y cuáles son los indicadores ara saber si este proceso está bien encaminado.
Cualquier manifestación de progreso en el desarrollo de nuestros hijos es motivo de alegría. Precisamente, uno de los aspectos más fascinantes y que nos llena de satisfacción es ver que ellos empiezan a producir sus primeras “palabras”, lo cual se convierte en el encanto de padres, abuelos y personas cercanas.
El desarrollo del lenguaje
Pero, ¿cómo se desarrolla el lenguaje? ¿Cuáles son los indicadores de que este proceso está bien encaminado?
El desarrollo del lenguaje pasa por unas etapas que van vinculadas con el crecimiento cronológico de niño, pues el aprendizaje del lenguaje empieza desde el mismo momento en que nacen.
De los cero a los 2 meses, el bebé empieza a aprender los rasgos vocálicos del lenguaje, la pronunciación y la correcta acentuación de las palabras, o sea, la prosodia. Se trata de una etapa muy importante en la que ellos no están listos para pronunciar, pero sí para escuchar y distinguir los diversos sonidos del lenguaje.
Resulta muy tierno ver cómo padres y allegados se dirigen hacia al bebé con palabras que al entender del adulto son ofensivas, por ejemplo, “hola mi mounstrico”. Sin embargo, como el tono de voz y el rostro de quien le habla es agradable, el bebé sonríe, pues está atento a los rasgos prosódicos y no al significado de las palabras.
En esta etapa se observa el llanto como primera manifestación de comunicación, por ejemplo, al tener hambre, frio, sueño; también emite gritos indiferenciados.
Entre los 3 y 4 meses, el bebé empieza a producir sonidos vocálicos y guturales o laríngeos como gaga, gugu (estos sonidos no corresponden a sílabas).
Al pronunciar sus vocalizaciones, muestra alegría y responde con agrado a las voces conocidas, como la de los padres, pero también puede manifestar sorpresa y temor. Son los primeros intentos de comunicación.
Hacia los 5 meses inicia el silabeo con sonidos como pa-pa, ba-ba, da-da, ga-ga, es decir, empieza a emitir los primeras producciones vocálicas y consonánticas, ya no son sonidos laríngeos.
Para el desarrollo del lenguaje, el bebé debe contar con unos dispositivos de aprendizaje fundamentales como la memoria y la atención.
En el sexto mes, el bebé aprende a imitar, a escucharse y a escuchar a los demás. Por momentos, hace pausas en sus balbuceos y espera que el adulto le responda.
Para el séptimo mes puede responder a órdenes muy sencillas, como “no”, “ven”, “toma”; identifica el nombre de las personas de su entorno; empieza a atribuir el mismo sonido cuando quiere nominar algún objeto (ejemplo, siempre a su vaquita le dirá: “mu”); le fascina la música y cuando la escucha se ríe y se balancea.
Entre los 8 a 10 meses, el bebé alcanzan la capacidad de memorizar las palabras que escucha constantemente; le agrada escuchar conversaciones; aparecen las primeras exclamaciones; comprende y obedece órdenes más complejas (por ejemplo, tómate el jugo, dale a galleta a tu hermanito); imita las palabras del adulto.
De ahí la importancia de hablarles con claridad, pues se demuestra que la imitación es la primera vía de comunicación entre el adulto y el bebé. Este proceso de la imitación es absolutamente sorprendente. Es el momento en el que el bebé empieza a descubrir que eso de las palabras es algo con lo que se puede comunicar.
En esta etapa se destacan dos aspectos: el fonológico (sonidos de las letras) y la memoria, que va a servirle para grabar su vocabulario.
Por eso, para el adecuado desarrollo en del área del lenguaje es fundamental que los padres establezcan un buen vínculo afectivo con el niño y brindar un entorno familiar que sea seguro, tranquilo y estimulante. Esto permitirá que el niño pueda empezar a vivir esta gran experiencia positivamente y pueda arriesgarse a expresarse y no inhibirse o sentir temor.
De los 10 a los 12 meses empieza a pronunciar sus primeras palabras, propiamente dichas, por lo general: mamá, papá, tete, agua. Algunos consideran que el niño le da significado de frase a una palabra o al menos así lo entienden muchos padres; por ejemplo, si el niño dice agua, algunos padres entienden “mamá quiero agua”.
Así, después del primer año de vida el niño empieza a dominar el mundo de la palabra; prestar más atención a la lectura de cuentos e imágenes; es capaz de reproducir palabras y frases cortas, a pesar de que no comprende su significado; solicita cosas mediante gestos y palabras; puede responder a preguntas sencillas (por ejemplo, ¿dónde está el juguete?).
A nivel de lenguaje comprensivo, hacia el año, el niño, como mínimo, debe comprender órdenes sencillas de tipo: “dame tus zapatos”, “lleva las llaves a tu papá”, “pásame el teléfono”
Hacia los 18 meses el niño ha de contar con un vocabulario entre 50 y 100 palabras, su memoria distingue una palabra familiar de una desconocida y puede construir frases de dos palabras. Corresponde a lo que le algunos llaman la etapa telegráfica del lenguaje, pues con dos palabras trasmiten un mensaje completo; por ejemplo, mamá paque (mamá quiero ir al parque); mamá jugo (mamá, quiero jugo).
El niño se encuentra tan fascinado, que el lenguaje se convierte en el principal mecanismo de exploración de su mundo y aprende, como mínimo, una palabra diaria.
A nivel comprensivo, como mínimo, debe entender órdenes de dos y tres elementos, por ejemplo: “ve al cajón, saca la pelota y pásamela”.
Hacia los 3 años (para iniciar el proceso preescolar) el niño ya debe tener una comunicación eficaz, totalmente entendible, con frases y oraciones completas y complejas; debe mostrar una adecuada estructuración, pronunciación y organización lingüística.
Martha Lucina Hernández,
creadora de Pedagogía Sana.
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