¿Tu hijo mendiga reconocimiento? Una experiencia

¿Tu hijo mendiga reconocimiento? Una experiencia

Les comparto el siguiente escrito de mi hijo Mateo, quien comenta una experiencia de su época escolar, acerca del reconocimiento. Lo escribió desde su más profunda vulnerabilidad y que, además, funciona como un acompañamiento de mi video: ¿TU HIJO MENDIGA RECONOCIMIENTO?

Todos hemos sido víctimas de ese hermoso, aunque temporal, sentimiento de reconocimiento. ¿O me vas a decir que no? Pero también, muchos hemos sido conscientes de que, en algún punto, el reconocimiento que tanto anhelamos puede volverse en nuestra contra, desestructurando lo que creemos conocer y llevándonos, paradójicamente, a amarnos y a vivir siendo fieles a nosotros mismos.

Y es que, si bien todos tenemos una herida distinta, la que a mí me impide ser yo mismo de vez en cuando es la herida del reconocimiento. A veces siento que me persigue en todas las esferas y épocas de mi vida. Y justo cuando creo haber logrado valerme por mí mismo y aceptarme, regresa en forma de aprendizaje… a veces de frustración y lágrimas. Pero entiendo que, de no ser así, nunca lograría concretar el valioso aprendizaje que estos momentos de desasosiego traen consigo.

Tal vez no fue mi primer rechazo, pero sí uno de los que nunca olvidaré: cuando me cambié de escuela. Mi tiempo récord sin sentirme excluido iniciando la temporada escolar duró menos de media hora. Era mi primer día de escuela y recuerdo a la profesora Melba abriendo la puerta de 4A: -

—Buenos días, mis niños. Les presento a Mateo, su nuevo compañero, quien nos estará acompañando desde hoy.

Me dejó frente a todos. El grupo de los futbolistas se acercó y Juan Felipe, uno de ellos, me preguntó:

—¿Te gusta el fútbol?

—No —respondí.

Todos se fueron sin siquiera decirme: “Está bien, igual, bienvenido”. Si no hubiese sido por Angie, una de las niñas, que me preguntó:

—¿Te gustan las escondidas?

Asentí.

Si ella no hubiera aparecido, habría experimentado dos rechazos en un mismo día y probablemente habría sido “el niño sin amigos”. Aunque, claro, mi madre jamás lo habría aceptado; antes me habría cambiado de colegio otra vez. Ella siempre ha querido verme feliz, nunca aceptaría ni permitiría que una escuela destruya mi emocionalidad.

¿Recuerdas la primera vez que te sentiste rechazado? ¿O aquella ocasión que más te marcó? Hoy escribo esto recordando mis épocas escolares, porque fue ahí donde surgió una de mis heridas y la necesidad de mendigar amor en los otros colegios, y que, con el tiempo, aprendí no solo a cómo manejarlo, sino a reconocer mi valor. He de decir que es un proceso que toma tiempo, y que depende mucho de la resiliencia y el criterio que tengas.

¿No sabes de qué formas tú, tu hijo o alguien que conoces puede estar mendigando reconocimiento? Es momento de ver el último video de Pedagogía Sana titulado ‘¿Tu hijo mendiga reconocimiento?’.

Es valioso sentirse reconocido, pero nunca será más importante que seas tú el primero en reconocer tu propio valor y poder.

Gracias por leerme,
Mateo <3